A tan solo 15 kilómetros al norte de la populosa y contaminada Atenas existe un paraíso natural. Oculto y desconocido para la mayoría de los visitantes extranjeros, un gran bosque de unas 16.800 hectáreas se expande en la ladera sur del monte Parnetha. Lagos de agua cristalina, pájaros piando animados libres del ruido de la ciudad, musgo de un verde intenso y un profundo olor a naturaleza son solo unos pocos de los atractivos de la travesía.
Profundo en el bosque, entre los árboles, se encuentra el palacio real de Tatoi, antiguo hogar de la Reina Sofía de España y el lugar donde están enterrados sus padres y gran parte de sus recuerdos de juventud. Lo que antes era una majestuosa hacienda coronada por un austero pero lujoso edificio central, residencia de reyes durante más de un siglo, ahora es un lugar abandonado y hecho escombros.
Cuatro décadas de decadencia tras el fin de la monarquía en Grecia han convertido Tatoi en un mausoleo de reliquias. Una agrietada piscina vacía y varias estatuas llenas de musgo son testigos de la degradación del lugar. Cuando hace unos años se publicaron unas fotografías del interior del palacio, el escándalo en Grecia fue mayúsculo: las habitaciones por donde se habían paseado majestades como el zar Nicolás II o personalidades como Jacquie Kennedy Onassis ahora se hallaban desvencijadas, mugrientas, con las cortinas en el suelo y las paredes agrietadas.
La crisis económica que atraviesa Grecia tampoco ha ayudado a mejorar su conservación. Quizá por ello, y para hacer caja, el Gobierno heleno está dispuesto a privatizarlo mediante la fórmula de cesión prolongada. La hacienda, dependiente de tres ministerios (Economía, Cultura y Medio Ambiente), será próximamente incluida en una lista de privatizaciones de bienes inmobiliarios.
La mayoría de los edificios incluidos en el plan del Gobierno -en el que también se encuentran compañías como las loterías del Estado o las empresas municipales de agua- serán cedidos por una cantidad de años que oscila entre los 20 y los 99, dependiendo de las características de cada uno. En el caso de Tatoi, por su valor y, sobre todo, por impedimentos legales, parece poco probable que se produzca una venta, sino una de estas cesiones.
La noticia ha debido de caer como un jarro de agua fría sobre los ánimos de la familia real helena, expulsada del poder en 1967 y finalmente depuesta en 1973 por la Dictadura de los Coroneles. Después de la confiscación del edificio en 2003 por el Estado griego -obligado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos a pagar al exrey Constantino II, hermano de la Reina Sofía, unos 14 millones de euros como indemnización- ahora serán testigos de cómo sus antiguas posesiones son subastadas al mejor postor.
Tatoi será privatizado con todos los muebles y útiles de su interior, así como con todo el conjunto de edificios anexos, incluyendo el monumental parque donde hay desde lagos artificiales hasta un cementerio con las tumbas de todos los reyes y miembros de la familia real griega.
UN PATRIMONIO NACIONAL. El camposanto es un conjunto de enterramientos diseminado por la hacienda, la mayoría a ras de suelo. Tal es el caso de la tumba de los padres de la Reina Doña Sofía, los reyes Pablo y Federica. ¿Qué se va a hacer con estos enterramientos? Los responsables del proceso privatizador del Estado griego parecen tener clara la condición especial del cementerio de Tatoi. “Las tumbas serán preservadas, son un patrimonio nacional. No es nuestra intención insultar a nadie”, asegura a Magazine Christos Konstas, responsable de comunicación del Fondo para el Desarrollo de los Activos de la República Helena (Taiped, en sus siglas en griego). “El edificio va a ser incluido en nuestra cartera de privatizaciones muy pronto. Su caso está siendo estudiado por un comité interministerial, porque sabemos que es muy especial”.
El mayor experto en Grecia sobre el antiguo palacio real de Tatoi se llama Kostas Stamatopoulos. Este historiador ha escrito dos libros sobre la hacienda (Crónica de Tatoi y Un tour por Tatoi, de la editorial Kapon) y conoce casi todos sus rincones e historias. Casi tanto como sus antiguos inquilinos, hay quien podría decir que más. Como muchos nostálgicos de la monarquía helena, también él está en contra de la privatización del complejo real y, en especial, del cementerio. “Si finalmente el lugar se cede a manos privadas, hay que exceptuar la colina de las tumbas”, asegura a Magazine.
De la misma opinión es Vassilis Koutsavalis, director del Club de Amigos de Tatoi, una asociación cuyo fin es impulsar la restauración del palacio. “No debe de ser agradable ver cómo te quitan tu casa y a los poco años la están subastando para, entre otras cosas, exhibir tus posesiones. Es una cuestión humana, los miembros de la familia real tienen que poder acudir al lugar cuando quieran. El Estado tiene que mantener el control de los enterramientos”, asegura el líder de una asociación con más de 200 miembros.
No son solo los padres de Doña Sofía. Entre los reyes y príncipes enterrados en el cementerio de Tatoi hay protagonistas de curiosas historias como María Bonaparte, sobrina nieta de Napoléon que se casó con el Príncipe Jorge, segundo de los hijos de Jorge I, rey de Grecia entre 1863 y 1913. Preocupada por su frigidez, se había convertido en una de las pacientes más poderosas y ricas de Sigmund Freud. De hecho, cuando el régimen nazi comenzó a hostigar al neurólogo reclamándole una gran suma de dinero para permitirle dejar Austria fue la princesa quien la pagó. “Sin ella quizá nunca hubiese existido el psicoanálisis”, aventura Koutsavalis.
En el Taiped aseguran que toda esta memoria quedará salvaguardada. “No vendemos las propiedades del Estado a quien más dinero ofrece”, señalan en el fondo de privatización heleno. “El finalmente agraciado ha debido presentar un proyecto plausible, sostenible y respetable plasmado en un documento que nosotros llamamos ‘expresión de interés’. De todos los que recibimos, preseleccionamos unos pocos y elegimos al que tiene el mejor proyecto y los fondos para hacerlo efectivo”. El precio por el que se cederá la propiedad es secreto, según el Taiped, para no dar pistas a los inversores.
Los terrenos de Tatoi fueron adquiridos por la familia real griega en 1863 y el edificio principal, construido una década después. En 1948 se convirtió en el palacio oficial de la monarquía helena pero ya antes la familia real pasaba en él temporadas. Allí jugaron el exrey Constantino II y sus hermana, Doña Sofía y la princesa Irene.
Todavía sienten nostalgia cuando recuerdan el edificio. Así lo rememora el historiador Stamatopoulos, amigo personal de Doña Sofía y la Princesa Irene. “La Reina Sofía siempre cuenta historias de cuando era niña y vivía en Tatoi. Recuerda organizar carreras de caballo con sus amigos o fiestas con sus compañeros de Atenas, los típicos recuerdos de una niña de 14 años”, relata el historiador. Doña Sofía invitaba a sus amigos para aprender a bailar danza griega o preparar platos en la cocina juntos: “Ella echa mucho de menos el lugar”, asegura Stamatopoulos. El historiador llegó a acompañar a la Reina al cementerio donde están enterrados sus padres en 2002: “Creo que ya solo le gusta ir a visitar a sus antepasados. Debe de ser difícil recordar el palacio”, opina.
Cuando Doña Sofía viaja a Atenas, casi siempre tiene hueco para hacerle una visita a sus padres. En 1998, durante la visita oficial de los Reyes a Grecia, pidió a título privado visitar el lugar en compañía de Don Juan Carlos para depositar una corona de flores. Tatoi también es especial para él: allí fue donde tuvo lugar la pedida de mano real en 1961, ante las familias de ambos novios.
Según Stamatopoulos, tanto Doña Sofía como su hermana, la princesa Irene, han pasado página. “La Reina de España comprende que ahora es monarca en otro país y tiene otras preocupaciones”, señala. No sucede lo mismo con Constantino. “Su corazón y nostalgia siguen en ese lugar”, abunda Stamatopoulos. Pocas veces, sin embargo, la familia real griega habla en público sobre Tatoi. La última en hacerlo fue la reina Ana María, esposa de Constantino. “Cuando pienso en mi hogar ese lugar es Tatoi, un palacio muy hermoso. Nuestra residencia en Londres nunca la contemplaremos como algo más que un hogar lejos del hogar”, dijo.
En la prensa helena se ha especulado con un posible interés de Constantino en readquirir la propiedad. La fórmula sería válida con el apoyo económico de la familia de su nuera Marie Chantal Miller o con un testaferro, pero Stamatopoulos no lo ve probable. “No creo que tengan intención de querer comprar el lugar”, apunta.
El lugar que el Gobierno griego pretende ceder ahora a manos privadas fue declarado Monumento Nacional en 2003. El mismo Stamatopoulos redactó el texto. Nadie conoce la hacienda mejor que él. “La vida allí nunca tuvo el glamour de un edificio real. Tatoi era una residencia privada donde no había muchos extraños. La mayoría de las recepciones eran en los jardines del palacio porque dentro no había espacio. Lo bonito estaba fuera, era una mansión orientada al exterior”, afirma.
El interior era más bien austero. Tenía un gran salón comedor, de unos 60 metros de largo, pero el resto del edificio principal estaba conformado por habitaciones pequeñas, estancias de descanso reducidas y, eso sí, un gran despacho real. Todo lo contrario a los habitualmente majestuosos palacios del resto de monarquías europeas.
ILUSTRES VISITANTES. En contraste, los huéspedes reales disfrutaban de los lagos y colinas de Tatoi, visitados por un sinfín de personalidades en sus 140 años de historia: familias reales de los todos los puntos cardinales de Europa se recrearon en su naturaleza. Incluso el Zar Nicolás II, último emperador de Rusia, pasó un tiempo en el lugar. También personalidades como Jacqueline Kennedy, quien fuera mujer del expresidente de EEUU John Fitzgerald Kennedy. Y fue lugar de recogimiento de músicos como la pianista Gina Bachauer o el compositor Herbert von Karajan.
En sus épocas doradas, a principios del siglo XX y durante el reinado del rey Pablo, padre de Doña Sofía, el lugar llegaba a emplear a 200 trabajadores, residentes en un pequeño poblado dentro de los límites del palacio. La hacienda contaba con su propia casa de huéspedes, establos, pistas de tenis, una gran piscina y senderos interminables para perderse en el bosque.
Ese es el lugar que previsiblemente pasará a manos privadas muy pronto, ante la oposición de Stamatopoulos y del Club de Amigos de Tatoi presidido por Koutsavalis. A ambos les gustaría ver la antigua residencia convertida en museo de la monarquía y controlada por una entidad estatal independiente formada por expertos.
Stamatopoulos advierte de las dificultades de la privatización. “Según las leyes helenas, si el Estado confisca una propiedad privada, como era el palacio de la familia real, tiene que mantener las premisas por las que fue confiscado, en este caso por motivos culturales”, señala. Es decir, no se puede construir Disneylandia en Tatoi. “No sé si alguien estará dispuesto a invertir aquí sabiendo todos los obstáculos legales que tendría”, añade. Según Koutsavalis, serían necesarios 100 millones de euros para restaurar y poner en marcha el lugar. Eso sí, si él los tuviera, los pagaría. “Si sigo en Grecia y no me he ido a Londres a pesar de la crisis, es por Tatoi”, asegura. “Es un lugar maravilloso”.
Source: Fuera de Serie Magazine. 04/12/2012. From Hector Estepa